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06.05.2021
La revolución tecnológica y el futuro del trabajo

El futuro del trabajo ya llegó. No esperemos más. La pandemia producto del Covid-19 adelantó esta tendencia inevitable: el cambio constante y vertiginoso. Quizá debamos acostumbrarnos a que cuando creemos que algo es normal o estable, pueda desaparecer en un instante.


Nunca volveremos a una “nueva normalidad”. Para tener una idea de la magnitud de este fenómeno, en los próximos nueve años más de 100 millones de personas deberán cambiar de ocupación (no de puesto de trabajo), según un estudio realizado por Mckinsey en ocho de los principales países de la economía mundial.


Existe una definición del Banco Mundial que habla de “la naturaleza cambiante del trabajo”, que exige capacitación permanente, posibilidad de adaptación y aptitudes que cruzan profesiones y carreras. Ya no sirve tener habilidades blandas sin conocimientos sobre tecnología y viceversa.


Ingresamos en la Era de la educación después de la educación. Se terminó aquella tradicional concepción de una línea de tiempo estática en la cual alguien estudiaba, se recibía y desarrollaba una carrera durante los siguientes 30 años.


Profesionales como los abogados debemos adaptarnos a los cambios tecnológicos y agregarle valor a nuestra tarea con las principales herramientas digitales, que pueden facilitar y mejorar nuestro día a día con los equipos de trabajo y los clientes.


Estamos a las puertas de una nueva revolución. No se trata del desarrollo de una tecnología aislada sino de la convergencia de muchas, todas ellas exponenciales, que se retroalimentan entre sí y que cambiarán nuestra concepción del mundo: inteligencia artificial, nanotecnología, realidad virtual, realidad aumentada, energías renovables, biotecnología, blockchain, Internet de las cosas e impresiones 3D.


Las posibilidades que se abren para el ser humano son infinitas. Ahora bien, este contexto también trae grandes desafíos. El World Economic Forum estima que sólo en el sector privado de Estados Unidos se requerirá una inversión de 34 billones de dólares para recapacitar a aquellas personas cuyos trabajos se encuentran en riesgo de desaparecer.


El sector público tampoco escapa de esta necesidad. Los gobiernos y las democracias se encuentran débiles y están organizados de una manera que no les permite acompañar estos cambios. Legislar sobre estas materias requiere mucha preparación, una colaboración constante con el sector privado y un nuevo sistema para generar leyes en tiempos más cortos y con pruebas piloto.


El futuro del trabajo llegó hace rato. Lejos del miedo a la automatización, los robots o una nueva realidad, este es un mundo lleno de oportunidades, desafíos y caminos para los que estén dispuestos a recorrerlos.

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